Nadie nace sabiendo, es un dicho muy popular y que justifica a los padres, especialmente a los primerizos, pero sí es posible que ambos padre y madre puedan aprender a educar a sus hijos, y utilicen técnicas que ofrece la psicología para establecer un ambiente armonioso en casa.

Tanto los niños como los padres están sometidos a nuevos aprendizajes, todo el tiempo aprendemos cosas nuevas y aplicativas en nuestra vida diaria, es por eso que para ser padre también se puede educar en parentalidad responsable.

Hoy vamos a indicar algunos de los errores más comunes de muchos progenitores que intentan orientar a sus hijos, pero carecen de la suficiente información para hacerlo de una forma adecuada.

Partimos de la base de que educar a un niño conlleva una gran responsabilidad y además no es una tarea fácil porque requiere dedicación y paciencia. Por otra parte, siempre podemos cometer errores cuando intentamos corregir a nuestros hijos, porque no existe un manual para padres exitosos, pero sí se puede llegar a ser un padre más eficaz y líder de familia; consideramos que con la práctica se hace el maestro y esto se aplicaría también dentro de la convivencia familiar.

Como padres podemos dar pasos en falso y cometer errores que en su mayoría suelen ser inofensivos, pero algunos sí podrían dañar la salud física y emocional de los niños, por lo tanto, es necesario llamar la atención de los padres para que tengan en consideración los siguientes fallos y eviten cometerlos:

Evita Sobreproteger A Tu Hijo

Este es un problema muy actual, porque como padres jóvenes (y otros no tanto), inevitablemente recordamos haber sido educados de una forma autoritaria y punitiva, cómo sufrimos al ser castigados o no conseguimos aquello que deseábamos tanto; ahora como padres, queremos obviamente evitar todo tipo de sufrimiento a nuestros niños, evitamos castigarles para que no sufran (y no me refiero a los castigos físicos, pues estoy en contra de ellos, pero sí a técnicas conductuales para eliminar malas conductas). El problema está en que el exceso de protección hace que los hijos se conviertan en seres débiles, dependientes, con falta de iniciativa y en el futuro serán incapaces de responder asertivamente a las situaciones difíciles que la vida les presenta, porque no han aprendido a tomar decisiones por sí mismos, no saben manejar la frustración adecuadamente, todo esto les generará ansiedad, estados depresivos e incapacidad para aceptar los acontecimientos adversos, serán personas poco tolerantes y muy frustradas. Es duro ser padres porque nuestro papel implica observarles a una prudente distancia para dejar que los niños aprendan de sus propias experiencias a equivocarse, a caer y a levantarse, porque todo este proceso es parte del aprendizaje de la vida y si lo anulamos (con nuestras mejores intenciones claro está), el niño estará incompleto en esta parte de su vida y será mucho más duro adquirir este tipo de experiencias cuando lleguen a la edad adulta, porque el destino se encargará de enseñarles aquello que les hace falta mediante golpes emocionales mucho más fuertes que los que pudieron haber aprendido siendo críos, con el único fin de que se conviertan en  personas autónomas e independientes.

Uso De La Violencia En El Hogar

Como expliqué al inicio de este post, la violencia física o psicológica están totalmente descartadas para ser aplicadas por los padres; los gritos, bofetadas, sacudidas, golpes y amenazas son la peor alternativa para inculcar disciplina en un niño. En vez de conseguir que el niño sea un jovencito educado y cooperador, estamos convirtiéndole en un pequeño salvaje que a su vez se convertirá en el pequeño “matón” de la escuela, pues pensará que es así como se trata a las personas y ejercerá todo el daño posible sobre los compañeros de clase y especialmente los más pequeños y débiles. En el otro extremo, el niño puede volverse mucho más sumiso, inseguro y temeroso, siendo víctima de bullying, de acoso en la escuela y vecindario y esto le provocará grandes sufrimientos. Finalmente hemos de destacar que el ejercer violencia en los niños produce cambios en el funcionamiento de su sistema nervioso, a nivel cortical (cerebral), se pueden producir lesiones que conduzcan al desarrollo de problemas psicopatológicos. Tener en cuenta que los daños no sólo serán físicos sino también psicológicos y casi permanentes si no reciben pronta atención psicológica. La violencia siempre engendra violencia y es mejor tratar al niño con respeto y demostrar seguridad en la orientación que le vamos a dar, antes que ceder a la impaciencia y provocar malos tratos con graves consecuencias para su desarrollo y salud.

No Hacer Comparaciones Con Otros

Es común hacer comparaciones con los hermanos mayores, con los amigos de la escuela o con los primos y otros niños del vecindario. Este es un error frecuente entre los padres y no se imaginan el pesar que están imponiendo a los pequeños porque les están generando sentimientos de inseguridad, de no ser capaces como tal o cual amigo, muchos niños bajan su autoestima porque tienen un pobre concepto de sí mismos, al sentirse inferiores al resto de sus pares, porque no son lo suficientemente buenos o inteligentes como los hermanos o compañeros de la escuela. O porque no logran destacar en los deportes como los hijos del vecino. Las comparaciones son odiosas y son terriblemente crueles cuando se hacen en los niños, porque dañan su autoconcepto y crecen con una sensación de inseguridad e incapacidad en sus propias habilidades y destrezas. Nuevamente aquí, los padres debemos observarles a una distancia estratégica, viendo cómo el niño se va desenvolviendo, sin presionarlo a ser como aquel que es bueno en matemáticas o que es bueno en football, cada niño debe encontrar su propia aptitud y sentirse bien con lo que sabe hacer o con aquello para lo cual siente interés por conseguir y nosotros, los padres tenemos la necesidad de apoyarlos sin influenciarlos con las odiosas comparaciones.

No Saber Establecer Límites

Este es un punto crucial en el que fallan la mayoría de padres jóvenes o primerizos, además de que hemos estado continuamente bombardeados por campañas de marketing que promueven el amor y entrega incondicional a nuestros hijos, lo cual es fácil de tergiversar en facilitarles las cosas, no decirles nada que pueda provocar su frustración y promover su inseguridad, llegando al extremo de convertirnos en padres esclavos de nuestros hijos. La educación excesivamente permisiva es un error grave en la educación de los niños, porque conlleva a una falta de normas claras, no saber establecer los límites de lo que ellos pueden o no pueden hacer. Nuestros hijos se encuentran en plena formación y es por ello que necesitan orientación, no sobreprotección, es necesario establecer reglas de convivencia, que ellos sepan y acepten límites bien definidos entre lo que pueden hacer o no hacer en relación a las personas y actividades de casa y escuela, de este modo ellos aprenderán a comportarse de una manera más adecuada y armoniosa. Cuando un niño no sabe los límites en su comportamiento o no tiene normas claras para actuar bien ante los demás, es allí donde sí le estamos creando una profunda inseguridad porque no sabrá exactamente lo que se espera de él como personita integrada en la comunidad, hogar y escuela.

Poca Comunicación En Casa

En la actualidad las presiones que enfrentan los padres es muy fuerte, por mantener el trabajo al día que ya de por sí genera mucho estrés laboral, los problemas económicos que preocupan el poder llegar a fin de mes y pagar todas las cuentas y responsabilidades. Todo esto y muchos otros problemas personales en los adultos hace que exista un distanciamiento en la comunicación con los niños, no es algo deliberado, pero sucede. Muchas veces nos olvidamos de preguntarle cómo le ha ido en la escuela, si ha jugado con sus amigos, si ha tenido algún problema con un compañerito de clase, igualmente es posible que olvidemos preguntarle por sus sentimientos, si ha tenido algún fallo en los exámenes o si ha tenido algún buen logro en la práctica deportiva. La mayor parte de las veces olvidamos incluso poner atención en lo que nos está diciendo porque estamos más ocupados por saber las noticias del día o por mirar las aplicaciones en nuestro móvil u ordenador. Este tipo de error es tan usual que no nos damos cuenta que estamos originando un distanciamiento emocional entre nosotros y nuestros hijos, además de generar una gran falta de confianza en sus mayores y en sí mismo.

No Cumplir Tus Promesas

Para empezar, debemos dejar en claro que hacer promesas y dar recompensas materiales y exageradas no es la mejor manera de conseguir que el niño se comporte bien. Pero debemos tener bien en claro que cuando se hace una promesa nos comprometemos a cumplirla y esto va tanto para cumplirlas a nuestros hijos, como a cualquier adulto, porque estamos demostrando que somos personas confiables y así no ponemos en juicio nuestra credibilidad. Ahora bien, en el caso de hacerles promesas a los niños y luego olvidarlas o no efectuarlas deliberadamente, estamos provocando una decepción profunda en los chicos, de este modo perderán toda confianza en nosotros como padres. Debemos tener en cuenta que los niños son como esponjas que absorben toda información y es mucho más fácil que se grabe en su joven memoria estas experiencias, quiero decir que no olvidarán esta decepción, y será mucho más difícil volver a ganarse su confianza después de una promesa incumplida. Así que tener cuidado con lo que prometemos y cumplir lo establecido para ser unos padres dignos de confianza.

No Lograr Ponerse De Acuerdo En La Educación de Tus Hijos

A veces sucede que los padres tienen diferentes estilos de crianza de los hijos, esto conduce a desacuerdos y enfrentamientos que generan desorientación e inseguridad en los niños. Sucede que éstos al ver a sus padres que discuten, no logran consensuar en sus decisiones y los “pelotean” de uno hacia el otro, los niños se encuentran desorientados porque no saben a ciencia cierta a cuál de ellos debe obedecer. El resultado es que los hijos pierden el respeto por ambos padres y se acostumbrarán a desobedecerles en todo lo que represente poner límites o normas.

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